Se encaramaron (Subieron a un lugar alto), de pronto, ante la atención de todo el país. Los iniciados sabían de ellos, dos muchachos “pandilleros” de Paternal y Palermo, reunidos por el fútbol en Villa Crespo. Pero el eco de sus nombres vino después desde muy lejos y con resonancias de victoria…
-Talán… Talán…
Se nombraba a Campana…
-“Papucho”…
Se designaba a Busico…
Las gentes se hacían lenguas de su juego.
-Parece que están haciendo chistes en la cancha… Juegan en un potrero. Pero harren con las defensas mas serias…
Chacarita Juniors les había reunido en esa ala izquierda de su primer equipo, luego de madurarlos en divisiones inferiores. Y los lanzaba el comentario, que creció mientras grandes y chicos enterraban sus pretensiones de triunfo, allá en el reducto indomable de San Martín…
-¿Pero quienes son? ¿Cómo son?
Y entonces, la respuesta de un hombre serio, que se rompía las manos aplaudiendolos:
-Pues son… dos pilletes… Eso… Dos pilletes maravillosos…
QUE SE SEPA: SIEMPRE AMIGOS
Los encontramos en casa de Campana, donde Busico es como de la familia. Campana, huérfano de padre, es el mayor de los hijos de ese hogar, al que sostiene con el fútbol. La madre, que se oponía a que su hijo fuera futbolista y que le dió un oficio: Tapicero. Y cuatro hermanos. Busico, es también el hermano mayor de una familia donde papá y mamá viven rodeados del cariño de cuatro hijos: dos varones y dos mujeres.
-Vieja… ¿Y esos mates?…
Busico manda, en casa de Campana, como éste en casa de aquél. Son como hermanos. Todo el día juntos. Juntos a la cancha, de paseo, de fiesta. Tanto que, estando Busico de novio en una población de los aledaños de la Capital, está convencido de que Campana tiene que “afilarse” a alguna chica del mismo lugar, así no se separan…
-Pero… ¿Ustedes estuvieron peleados alguna vez?
-Nunca…. Por eso nos reimos cuando la gente, los hinchas del fútbol, dicen que estamos enojados uno con el otro, ¿Cómo vamos a enojarnos? Nuestra amistad viene desde la infancia.
Habla uno. Pero podría hacerlo el otro, con idénticas palabras. Conversamos eso allá, mientras Busico ha sacado de sus manos un bandoneón…
-¿Pero es que sabe tocarlo?
-No… Pero tampoco sabe “Frangi” (Seudónimo familiar de Campana, derivado de su nombre Francisco) cantar… Y canta. Es malo como un perro…
Bien a carcajadas. Ríen en el tranvía, en el auto. Ríen cuando la familia los saca corriendo porque han improvisado un partido en el comedor. No pueden con el genio. Y entonces se van a jugar al a calle, con cinco a diez chiquillos, como si lo hicieran ante una multitud.
UN DÍA FUERON A TRABAJAR
Después, vamos al café de Félix…
-Che…, tío Félix… Servinos algo…
No es tío. Pero para Campana y Busico lo es. Y basta, El “tío” Félix viene enseguida con una bandeja. Dos naranjas y un café.
-Hay que cuidarlos, ¿Sabe? Naranjines… hecho… Aquí está prohibida otra bebida…
La charla sigue.
-¿No trabajan en nada mas que en el fútbol?
Se ríen de nuevo. Es imposible estar serio un instante, junto a ellos.
-Yo era tapicero… Y “papucho” huevero… Pero dejamos el oficio…
Los otros días quisimos volver a trabajar. Y me lo llevé de secretario -Dice Campana-. A las 16:30 estábamos en pie. A las siete, trabajando… Nos había llamado una familia de Mataderos, que quería arreglar sillas y sillones…
Ahora la risa contagia a todos. Don Félix se ha sumado a la rueda y es quien completa el relato…
-Los muchachos estaban un poco faltos de “mano”… Bueno… No fue nada… Total con comprar un juego nuevo de sillas, se arregla todo…
EL FÚTBOL Y ELLOS…
La única vez que se ponen serios es cuando hablan de fútbol. Están cómodos en Chacarita.
-Este año hemos arreglado bien…
Y el cuadro camina y va a caminar mejor….
-¿Cuál es el secreto del juego de ustedes?
La pregunta les sorprende:
-¿Cómo, secreto?…
-¿Es qué ensayan tácticas especiales en la semana?
-¿Tácticas? No… Jugamos como sabemos. El me la da a mi, yo se la doy si puedo… Y las cosas salen…
La explicación es una amistad. Juegan sin envidias. Si Campana hace gol, si ese “Talán… talán”… que lanzan al aire los hinchas de Chacarita tiene éxito, Busico es el primero en festejarlo. Si el gol o la jugada es de Busico, Campana lo mismo. Cuando Campana estaba en Guayaquil, Busico le escribía todos los días, aconsejándolo…
-Y a él, apunta Campana, ¿Quien lo aconseja?…
Y vuelta a reir. Quien diga que pueden estar enojados, no los conoce.
¿Cómo van a enojarse si a nada le dan trascendencia? Es decir, si. Algo les infunde seriedad y respeto: el hogar.
-Al fútbol le debo todo. La tranquilidad y el bienestar de mi familia.
Campana lo dice con emoción. Piensa en la mamá, rodeada de todas las comodidades que puede darle un buen hijo. Piensa en sus hermanos, cubiertos de cualquier contingencia. También Busico está serio. El ayuda a los suyos y ahorrra…
-Es que piensa casarse algún día – sigue “Frangi”- y se prepara…
Lo demás, es idéntico. Es que son así, dos muchachos felices, sin problemas, por dentro y por fuera. Exactamente los dos pilletes de que se hablara aquel señor que los rebautizó, tras verlos jugar para Chacarita…
-Dos pilletes, si señor… Pero dos pilletes maravillosos…
Tanto, que a fuerza de goles se han dado un nombre. Y a fuerza de goles y de “chuparse” a las defensas rivales han llegado a la fama, sin dejar de ser ellos…

Agradecemos al socio vitalicio Juan Carlos Amar por compartir esta maravillosa entrevista.