Imagen de la revista De Corazón Funebrero.
ME PROBÉ EN CHACARITA A LOS 16 AÑOS. Quedé y empecé en Sexta División, en el año 73; después pasé a Quinta en el 74 y a Cuarta en el 75. Un martes de septiembre llego al entrenamiento y los utileros me dicen “No hay ropa para vos, tenés que hablar con Duchini”. El coordinador de Chacarita era don Ernesto Duchini, un grande. “Pero don Ernesto, explíqueme qué pasó, ¿cómo que no hay ropa para mí?“, le pregunté. Y me dijo: “¿Cómo va a haber ropa para usted si mañana tiene que jugar en Primera? Acá está la citación“. Era un papelito que decía que me tenía que presentar a las siete y media de la mañana en Aeroparque. Viajé y jugué de titular sin haber entrenado nunca con la Primera.
DEBUTÉ EL 24 DE SEPTIEMBRE DEL 75. Fue en la Tacita de Plata, contra Gimnasia y Esgrima de Jujuy, torneo Nacional: fui un desastre (El Gráfico lo calificó con un 4). El titular era el Chueco Grimoldi, que estaba suspendido, y el suplente era Crosato, que ese miércoles se casaba. Volví a la Cuarta, pero no me caí, estaba seguro de que iba a triunfar. Además, esa no era la posición que me gustaba ni en la que iba a jugar.
TRABAJABA, PRACTICABA Y ESTUDIABA. En el 75 hacía todo. Trabajaba desde las 6 de la mañana a 2 de la tarde en la oficina de personal del frigorífico Lisandro de la Torre. Me entrenaba y después me iba a estudiar: había empezado el profesorado de matemáticas. Me levantaba a las 4.45 de la mañana y llegaba a mi casa a las 12 de la noche, porque el profesorado era en Ciudadela. No tenía tiempo para estudiar ni para descansar, pero no me gustaba que me mantengan mis viejos. Además, no tenían para mantenerme: mi viejo fue cortador de calzado y zapatero toda la vida. Hoy, cuando tengo algún chico en el plantel, trato de contarle mi historia.
EL COCO BASILE DEBUTÓ COMO DT EN CHACARITA. A dos semanas de asumir, me dijo que le habían hablado muy bien de mí y que empezara a entrenar con la Primera. Entré quince o veinte minutos en algunos partidos hasta el 76, cuando arranqué de marcador de punta titular y hasta hice goles. Me acuerdo de uno contra Unión, de cabeza, desde la medialuna del área; terminamos 2 a 2. Hasta que en un partido me fue muy mal. Perdimos 4-1 contra Temperley y el jugador al que yo marcaba fue figura. El martes me llama Coco y me dice: “Nene, dígame la verdad. A usted, ¿le gusta jugar de tres?”. Le digo: “No, la verdad es que no, Coco, no me siento cómodo, mi puesto es ocho…”. “¡Ay, menos mal -se alivió- porque si me decía que sí, le tenía que decir que es un desastre de tres! Quédese tranquilo que el domingo juega de ocho”. Y nunca más fui marcador de punta.
JUGUÉ DE VOLANTE CENTRAL con Victorio Spinetto de DT. Después, Perfecto Rodríguez me puso de 10. En 1978 hice 13 goles y estuvieron a punto de venderme a Central, pero los hinchas tiraron la transferencia para atrás. A principios del 79, Boca estuvo cerca de comprarme, pero terminé jugando cinco años en Vélez. Era completamente distinto a Chacarita. Yo me había casado en diciembre del 78 y me había ido a vivir a Ramos, entonces Liniers me quedaba cerca.
ME SIENTO IDENTIFICADO CON CHACARITA Y VELEZ. Y con Boca, donde trabajé cinco años. Hoy voy a la playa a jugar al tejo, hay doscientas personas pidiéndome una foto y casi todas son de Boca. De todas maneras, sé que cuando agarro un equipo, se me cierran las puertas de otro. Como estoy identificado con Chacarita, jamás iría a Atlanta. Por mis años en Vélez, jamás dirigiría a Ferro o Chicago. Tampoco a Newell’s o a Estudiantes, porque dirigí a Central y a Gimnasia.
ALCANCÉ MI MEJOR NIVEL A FINES DE LOS 70. En Chacarita, jugando como volante central en el 77 y como volante ofensivo en el 78. Eran funciones completamente distintas, pero Victorio Spinetto me mentalizó de que podía ser volante central y lo hice en un nivel excelente. Igual, lo que más me gustaba era ir al frente, llegar al arco contrario, hacer goles. El año 79 en Vélez fue muy bueno, y me valió que en el 80 Menotti me citara a la Selección, pero por dos lesiones me terminé perdiendo el Mundial de España. Debuté en Wembley, no muchos se dieron ese lujo. Pero jugué solo dos partidos: tampoco son muchos los que tuvieron esa fortuna.
LLEGUÉ A SACARME SIETE JERINGAS de líquido de la rodilla para jugar. Tuve buenos rendimientos, pero peligraba mi carrera. Me fui de Vélez en junio de 1990 y tenía pensado no seguir jugando. Pero me llamaron de Chacarita, que estaba en Primera B, y me tocaron el orgullo. Estuve en todos los partidos desde septiembre hasta diciembre. En las vacaciones fui a jugar al paddle y me arruiné la rodilla. Todo el mundo me dice que es lo peor que podía haber hecho, pero qué sabía yo… Empezó el torneo de vuelta, pero en el primer partido me dolía la rodilla y me fui caminando para el banco en medio del partido. Ahí decidí no jugar nunca más.
Fuente: El Gráfico.