Al período que comenzó el golpe de Estado del general José Uriburu y que finalizó con el inicio del camino a la democracia en 1943, se lo conoce históricamente como “la década infame”. Fueron años de corrupción, en que la voluntad popular fue burlada más de una vez, y donde se impuso la decisión de los sectores económicos que manejaron el país a finales del siglo XIX y comienzos del XX de postergar cualquier cambio político y desmontar las conquistas que habían traído los gobiernos radicales, aun cuando hubieran sido generalmente moderadas.
En ese marco injusto, con la opinión pública conmovida por la muerte del caudillo Hipólito Yrigoyen, con las calientes denuncias de Lisandro de la Torre y la pena infinita que provocó la caída de la joven República española ante las garras fascistas, el campeonato de 1940 condensó todos los ingredientes de la época. Impunidad, prácticas prohibidas realizadas a plena luz, reglamentaciones ignoradas o avasalladas, todo sirvió para que este torneo pasara a la historia, y no precisamente por el fútbol que se desplegó durante su desarrollo.
Si la historia que terminó en final feliz para Banfield fue una cara de la moneda, la otra la vivió Chacarita Juniors. El Club de Villa Crespo todavía mantenía su pequeño estadio contigüo a la cancha de Atlanta y la rivalidad se sentía intensamente en el barrio. En la pelea por mantener la categoría, parecía que los bohemios llevaban la peor parte, porque cuando finalizó la primera rueda estaban en el último lugar y Chacarita, en cambio, tenía cinco puntos más.
La ambición por sumar puntos de manera ilegal, la creencia de que el dinero todo lo podía y que cualquier futbolista iba a aceptar un ofrecimiento irresponsable llevó a la perdición a los dirigentes del cuadro funebrero. El héroe de la historia fue un joven arquero de Newell’s, Aldo Ramaciotti.
En su edición del lunes 26 de agosto de 1940, el diario El Mundo relató los hechos de esta forma: “un vergonzoso episodio tuvo lugar antes que Chacarita Juniors cotejara fuerzas con Newell’s Old Boys. El jueves pasado, en representación de Chacarita, el dirigente Clesio Berra entrevistó al arquero Aldo Ramaciotti, ofreciéndole una cantidad de dinero para que entregara el partido. La reunión se llevó a cabo en un café de la avenida Pellegrini y la calle Mitre, en la ciudad de Rosario. El jugador simuló interesarse por la propuesta y el mismo día dio cuenta del hecho a miembros de la Comisión Directiva de Newell’s, quienes hicieron la correspondiente denuncia policial”.
“En una nueva entrevista que tuvieron Berra y Ramaciotti –siguió contando El Mundo., éste le manifestó al dirigente chacaritense que aceptaba la oferta, pero aduciendo distintas razones expresó su deseo de que se hiciese entrega de una cantidad a cuenta de la suma total a su hermano, Nedo Ramaciotti, que posee un bar en la vecina localidad de Arroyo Seco. El mismo domingo por la mañana, Berra se trasladó a la localidad acompañado por Domingo Adamo, representante de Chacarita en Rosario, de acuerdo a lo convenido con el arquero de Newell’s y se entrevistó con el hermano de Ramaciotti. Cuando procedía a entregarle doscientos pesos a cuenta de los mil quinientos acordados, empleados policiales procedieron a la detención de ambos sobornadores. Tanto Berra como Adamo reconocieron que actuaban siguiendo instrucción de la Comisión Directiva de Chacarita Juniors. La policía –completó El Mundo- buscó por la tarde y detuvo a Natalio Rabinovich, miembro de la dirigencia que se hallaba en Rosario, en cuyo poder encontraría la suma restante que debía ser entregada a Ramaciotti, una vez finalizado el partido con la victoria de los visitantes.”
La Nación señaló en su edición del 26 de agosto que a Berra y Adamo “los estaban esperando en el bar de Arroyo Seco el auxiliar policial Martínez y varios ayudantes. El arquero no estaba porque había tenido que concentrarse con sus compañeros. La sorpresiva irrupción del oficial Martínez y los agentes policiales sorprendió a los directivos de Chacarita.”
La noticia causó conmoción. Chacarita desmintió públicamente en un comunicado su vinculación a Berra y Adamo y anunció que agotaría los medios para aclarar lo que había ocurrido en Rosario. Además, exigían una respuesta de Newell’s por el pedido de detención del dirigente Rabinovich, Al día siguiente, la Comisión Directiva rojinegra rechazó el documento y ratificó la denuncia de Ramaciotti.
El partido se jugó normalmente en el estadio de Parque Independencia y Newell’s ganó por 4-0, con dos penales que convirtió Sisniega, un gol de Eduardo Gómez y otro del puntero derecho Gayol. En su arco se lució con solidez Aldo Ramaciotti, quien al día siguiente recibió de su club una medalla de oro “a la honestidad deportiva”.
Tres días más tarde, la A.F.A. ordenó el inicio de la investigación. Mientras progresaba la pesquisa, Fiovaranti escribió en La Razón del 10 de septiembre que “alrededor de este affaire se estarían moviendo influencias extraordinarias, cosa de que el castigo sea menor que el que corresponde por las comprobaciones ya realizadas por los investigadores. Creo que en ese momento, sin duda grave para Chacarita y Atlanta –que prestigian a un barrio populoso, trabajador y magnífico como Villa Crespo-, es deseable que las fuerzas sanas y vivas de la zona orienten hacia una solución que pueda ser beneficiosa por igual para las dos entidades y para el barrio todo, que se quedaría sin el prestigio, sin el brillo que da la posesión de un club con equipo de primera división en el campeonato. ¿Por qué no intentar, por ejemplo, la ya otras veces proyectada fusión?”. El popular relator de los años cuarenta y cincuenta del fútbol argentino también se lucía en el periodismo escrito desde el vespertino y sus columnas eran seguidas con mucha atención. ¿Se imaginan hoy un texto periodístico pidiendo la fusión de rivales barriales de toda la vida? El autor de semejante pensamiento no podría salir de su casa con tranquilidad.
Chacarita quiso abrirse de la cuestión, aparentar que no tenía nada que ver. El 17 de septiembre su Comisión Directiva envió una nota a Newell’s con felicitaciones para el arquero Ramaciotti por su actitud ejemplar. Les echaron la culpa a Berra y Adamo, informando además que este último había sido expulsado como socio del club y destituido como delegado. El barrilete no tenía forma de ser remontado, porque era muy pesado ya que enseguida llegó la sanción.
El 19 de septiembre de 1940, el Tribunas de Penas de la A.F.A. suspendió por tres meses a Chacarita Juniors, sanción que redujo a 45 días por “buena conducta”. En su fallo, el ente responsable de administrar la justicia deportiva suspendió al secretario Clesio Berra y al representante Domingo Adamo por el término de seis meses e inhabilitó a Berra por formar parte, como directivo o asociado, de cualquier club de la A.F.A.
No todos quedaron conformes con las sanciones. Según La Cancha del 25 de septiembre, las medidas fueron excesivamente benignas. La revista futbolera explicó que “estos casos suelen presentarse con asiduidad, pero sólo trascienden algunos pocos y nunca con equipos grandes implicados. ¿Cómo es posible que una tentativa de soborno no se pague con doce puntos, y el dirigente que interviene, que instiga, que adultera los balances para justificar esa salida de dinero que no puede figurar en los rubros de contabilidad, después de un tiempo sea rehabilitado?”.
La Cancha prosiguió su editorial siendo más frontal aun, con algo que era conocido por todos: “Francamente, no nos haremos los puritanos cargándole las culpas a Chacarita Juniors, toda vez que sabemos que muchas instituciones han hecho del soborno una costumbre y un aliado poderoso para clasificarse en puestos de privilegio. Y es raro que en cambio sólo se descubran casos de los clubes chicos, que lo hacen para salvarse del descenso. Aquí también hay sobornadores de guantes patitos…”.
El equipo tricolor, que el 15 de septiembre le había ganado como visitante a Huracán por 2-0, no pudo presentarse a jugar en las fechas siguientes y perdió los puntos contra Boca, Lanús, Atlanta, Independiente, Gimnasia y Rosario Central. Tantas derrotas seguidas lo dejaron al borde del descenso, que finalmente se produjo porque el cuadro apenas pudo ganar un encuentro de los últimos siete que disputó tras cumplir la sanción.
Unos días antes de la finalización del campeonato y con el equipo ya condenado al descenso, la Comisión Directiva de Chacarita renunció en pleno y se hizo cargo Tiburcio Padilla, quien lideró la única lista que se presentó a las elecciones. El descalabro, como se observa, fue deportivo e institucional. Padilla era el mismo que había dirigido la flamante A. F. A. en 1934.
Extraído del libro Historias Negras del Fútbol Argentino.
Escritor Alejandro Fabbri.
Editorial Capital Intelectual.